Revisitando los Clásicos: Poison idea - Feel the Darkness
La reciente muerte de Pig Champion me ha hecho reflexionar no sólo sobre la cantidad de esquelas que empieza a tener la página (que tiemble el ABC) sino también sobre el legado de uno de los grupos fundamentales a la hora de entender el punk-rock americano de los ochenta y los noventa: Poison Idea. Pocos grupos hay hoy en día que puedan tener la repercusión y el impacto que este grupo de Portland tuvieron en su momento. Hoy día resultaría impensable que alguien sacar un disco como "Feel the Darkness" (1991). Hoy día o haces discos insulsos de Punk, al estilo de Green Day (American Idiot o cómo hacer baladitas sobre la Guerra de Irak o lo malo que es Bush) o de My Chemical Romance (o cómo vender la estética gótica con tonadillas de punk pop) o discos retro a más no poder, como los de The Bellrays o The Ponys, por poner dos ejemplos. Nadie haría un disco que no sólo recogiera la crítica social de grupos como Black Flag, sino que a la vez que hablara sobre gente que vive fuera de la ley y se sienten orgullosos de ello, y todo ello dentro de unas canciones que recogen lo mejor del hardcore, del punk y del rock americano.
"Feel the Darkness" es una de las piezas clave para entender la evolución de la música actual. Que grupos tan distintos como Pantera o Aerobitch hayan acudido a este disco sólo demuestra la importancia del mismo. Y fue gracias a los primeros que yo llegué a conocer este disco. La versión que el cuarteto tejano hizo de “The Badge” para la banda sonora de “El Cuervo” me impactó por la violencia que la música y la letra (sobre la violencia policial). Pocos años después sobre 1996, Epitaph en una campaña para dar a conocer los grandes disco del Punk lo reeditó – al igual que hizo con el imprescindible “Group Sex” de Circle Jerks (disco clave del hardcore californiano de los 80).
Las primeras notas de piano de “Plastic Bomb” no dan pistas de hacia donde va el disco, sólo cuando entra la batería uno se empieza a dar cuenta de que van a ser los alrededor de cuarenta minutos que dura el disco: un viaje por el lado más salvaje del rock. Velocidad, odio, y mala leche impregnan todo el disco. No hay una canción que sobresalga sobre otra. “The badge” o “Just to Get Away” son sólo muestras de la velocidad y la furia que caracterizan a este disco.
Pocos disco se mantienen tan frescos como este. Su secreto no está en una producción cuidada o atemporal, sino en el discurso que mantiene, el de la oscuridad, la violencia, la velocidad, en definitiva el discurso del rock más salvaje, el que te golpea y no te deja reaccionar hasta que el disco se ha acabado.
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