martes, marzo 21, 2006

Cine: El Castillo Ambulante

Al hilo de El Castillo Ambulante me he dado cuenta de que su director, Hayao Miyazaki, me lleva acompañando toda la vida.Mi infancia estuvo marcada por Sherlock Holmes, una de mis series favoritas, y este director japonés era el que estaba detrás de ella. Esta serie es una de las mejores adaptaciones para el público infantil de un personaje clásico. Y gracias a ella, las novelas de Arthur Conan Doyle se encuentran entre mis lecturas favoritas y recurrentes. Sin embargo, con Lupin III me pasó lo contrario, la interpretación que del personaje de Maurice LeBlanc, hizo Miyazaki seperaba con creces el original. Versiones postyeriores como la reciente producción francesa, palidecen ante la calidad, no sólo de los capítulos de la serie, si no también del largometraje "El castillo de Cagliostro".
Después le perdí la pista. Hasta que con "La Princesa Mononoke" nos volvimos a encontrar. Una película magistral donde Miyazaki plantea los peligros de la sociedad de consumo y del miedo de una forma certera, a través del recurso a un mundo mágico, donde nadie es lo que parece, siendo Mononoke el paradigma de las falsas apariencias y las impresiones equivocadas. "El Viaje de Chihiro" me confirmó que Miyazaki era uno de los directores de cine más personales del panorama mundial. En esta película ganadora de el Oscar a mejor largometraje de animación y del Oso de Oro de Berlín a mejor película, ambos en 2001, aborda temas tan complejos y tan importantes, como la identidad, la memoría o la integridad en este mundo globalizado. En "El Viaje de Chihiro" se volvía servir de un mundo mágico lleno de espíritus y seres mitológicos de la cultura japonesa, y consiguiendo de este modo una ambientación barroca y detallista que hacen de esta película una joya del cine de animación.
Con su última película, Miyazaki vuelve a utilizar un mundo mágico y maravilloso para criticar los grandes males que aquejan al mundo. "El Castillo Ambulante" se construye como un cuento pacifista, donde subyace un claro alegato en contra de la invasión de Iraq. Para Miyazaki, la guerra aliena y destruye el alma de los seres humanos ( los mago convertidos en seres informes y malvados son un claro ejemplo, o la propia tranformación de Howl). Asimismo la familia, entendida de una forma amplia, como lazos de lealtad y amor es la salvación de la humanidad.
Sin embargo, a pesar del mensaje y lo bien llevada que está la historia, la película no deja de ser una obra menor en la filmografía del director japonés. La simpleza de los dibujos - tal vez debido al uso de personas como ejes centrales de la película -, el poco desarrollo de determinados personajes - la bruja de los páramos, y sus secuaces - hacen disminuir la calidad de la película. Con todo, no deja de ser una película de dibujos por encima de la media. Pero que sólo dejará satisfechos de forma plena a los seguidores del director.

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