Recapitulando 2005: El año en música.
Vinieron de frio
Este año que ha terminado ha estado marcado por un país: Canadá. Parace que todo lo bueno que ha dado 2005 provenía de allí. Arcade Fire con un debut que sólo augura cosas buenas, Deadly Snakes recogiendo una tradición del rock que ya parecía olvidada, la de las grandes bandas, y unos New Pornographers que sólo saben hacer una cosa: sacar buenos discos. Si a ellos les sumamos los discos de Broken Social Scene y Wolf Parade entre otros, uno no deja de preguntarse qué es lo que pasa allí. Y una de las posibles respuestas es el apoyo que realiza el Estado hacia la música. Si uno observa con detenimiento el lanzamiento de 2004 The Slow Wonder de A.C. Newman, observará que este ha sido financiado con fondos públicos. Parece que el gobierno canadiense está dispuesto a apoyar la música de su páis y favorecer la difusión de sus mejores artistas, esperemos que se tome nota en Europa.
No obstante, no sólo Canadá ha dado buenos grupos este año. Oregon y Washington, dos estados norteños, han proporcionado buena música. Laura Veirs, Decemberists, que no dejan de sorprender con cada nuevo disco, Sleater-Kinney, o Death Cab For Cutie ( con un disco inferior a Transatlaticism pero todavía por encima de la media) son sólo unos cuantos ejemplos.
Solos y cada vez mejor acompañados
Los artistas en solitario este año han superado la tradicional imagen, de el sólo con su guitarra. Parece que este año los mejores discos de solistas, están marcados por todo tipo de instrumentos y arreglos, y parece que cuantos más mejor.
Laura Veirs se ha rodeado de una banda excepcional para dar forma a su mejor disco; Year of Meteors. Antony recurrió a sus amigos (Rufus Wainwright, Lou Reed, Boy George) y a unos arreglos elegantes, para meternos hasta en la sopa ese disco de tristeza infinita que es I am a Bird Now. Fiona Apple se juntó con Jon Brion para diseñar una obra de arte descomunal, tan grande que ni ella misma parece que acabó de comprenderla. La versión de Extraordinary Machine de Brion es una maravilla de arreglos de cuerda, percusiones metálicas, y pianos desafinados, marca de la casa del autor de la banda sonora de Eternal Sunshine Of A Spotless Mind. Y por último ha estado Sufjan Stevens. El suspuesto aspirnate al trono del neo-folk (sic) se ha destapado como un auténtico orfebre del mejor pop. Illinois es una auténtica opera pop en honor de un Estado norteamerciano, llena de xilófonos, pianos cuerda, y guitarras eléctricas, todo ello en favor de unas canciones espectaculares.
La sorpresa del año
Si hace unos años me llegan a haber dicho que Dave Fridmann, otrora miembro de Mercury Rev, y productor de maravillas como The Soft Bulletin de The Flaming Lips, o Hate de Delgados se iba a destapar como el productor de rock del año, habría pensado dos cosas. Primera que el rock había perdido toda su fuerza, en favor de los arreglos ampulosos o segunda que me estaban mintiendo.
Este señor ha sido el artifice de dos de los mejores disco de rock del año. Primero llenó de guitarras y volumen a Low, y después se propuso hacer que Sleater - Kinney fueran la banda más potente del mundo. Todo ello con unas guitarras monumentales que llenan todo el espacio que antes ocupaban sus arreglos orquetales, siendo capaz de sacar toda la fuerza de los grupos.
Nada nuevo bajo la niebla británica
Este año, la prensa británica se ha empeñado en vendernos a la nueva sensación de pop. Cada mes salía un grupito de post-punk nuevo dispuesto a asaltar Top Of the Pops, obtenían un single con éxito, y después se deshinchaban. Los disco de Kaiser Chiefs, Bloc Party, Art Brut, The Rakes, Babyshambles, no pasan de ser meros entretenimientos ( los primeros), un debut decente ( Art Brut o Bloc Party) o obras insustanciales (como las dos últimas).
Sin embargo, ha habido un grupo novel que ha sobresalido sobre todo lo anterior. The Magic Numbers. Estes grupo ha elaborado uno de los mejores catálogos de canciones de pop atemporal del año.
De los no debutantes, Franz Ferdinand han mantenido el tipo con un segundo disco que les dirige cada vez más a ser una alternativa de calidad de Coldplay. Y sobre todo el regreso inesperado de Kate Bush, con un doble disco, que aprovecha el factor sorpresa como pocos.
En Vivo
Este año 2005 ha estado marcado por un mayor numero de conciertos, y una mejora de la calidad de los mismos. De la decepción de R.E.M. a principios de año, sobre todo debido a un pésimo sonido, hemos pasado a ver conciertos memorables.
La visita Low estuvo marcada por una fuerza y una electricidad que ya se puntaba en el último disco. Wilco dieron una clase magistral de lo que es ser una banda de rock. Toda una lección a todos aquellos integristas que sostienen que Wilco sólo son buenos hasta el Being There, y que parecen haber olvidado la radicalidad de "Sunken Treasure" o "Misunderstood". Y Franz Ferdinand llenaron el rockodromo montando una gran fiesta.
En cuanto a los festivales, hubo una de cal y otra de arena. Festimad fue un desastre, no por el viento, sino por los precios de las cosas, la política respecto a las bebidas, los retrasos, y la baja calidad del sonido. Y Azkena fue un ejemplo de lo que debe ser todo un festival, una organización excelente, buenas sombras, precios razonables. Buenos grupos. Nunca se podrá agradecer los suficiente el que trajeran a The Pogues, a Television y a Queens Of the Stone Age el mismo día, y que todos dieran conciertos memorables.
El fin de una era
Pero el 2005, también ha estado marcado por un momento triste, el cierre del Madrid Rock, la mejor tienda de discos de la capital. La especulación inmobiliaria ha cerrado una tienda clave en la formación cultural de toda la capital. El panorama madrileño pinta desolador, con las salas de conciertos acosadas por las autoridades municipales ( la bajada del volumen del Gruta 77 es una vergüenza, menos mal que tienen el mejor sonido de todo Madrid y casi no se nota), y el cierre de las tiendas de discos, uno se da cuanta de que la música no se está muriendo por culpa de la piratería, sino que los poderes públicos se ha propuesto matarla.
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